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Cuentos Borgeanos: “Somos como una familia”

Por Alejandro Brito y María Dorrego

Cuentan que se conocieron cuando eran adolescentes y formaron una banda que le cantaba al amor, a la vida, a la realidad ilusoria, a la poesía y a los sueños. Con letras que son pequeñas historias, grabaron cinco álbumes de estudio. Más de diez años después, con una separación en el medio y cambios en la formación, cuentan qué significa para ellos formar parte de Cuentos Borgeanos. Se miran, se hacen bromas, se ríen, se interrumpen constantemente y juegan. No son sólo compañeros: “Volver a juntarnos fue como volver a casa”.

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El grupo comandado por Abril Sosa, en su mejor momento (Twitter).

El grupo se formó en el 2002 con Abril Sosa en voz, Diego López Santana en guitarra y coros, Lucas Hernández en batería y Agustín Rocino en bajo. Juntos editaron cuatro álbumes de estudio: Fantasmas de lo nuevo (2002), Misantropía (2004), Felicidades (2007) y Psicomágico (2009), pero en 2010 decidieron tomar caminos diferentes y cada uno se abocó a sus intereses personales, incluyendo proyectos paralelos y viajes. Luego de más de dos años separados, en 2013 volvieron a encontrarse para grabar un nuevo disco, que salió a la venta a mediados del 2014 y presentaron oficialmente en Buenos Aires con la ausencia de Agustín Rocino (ahora baterista de Catupecu Machu). Su quinto álbum, Postales, fue producido en Argentina por Adrián Sosa y mezclado en EE. UU. por Aníbal Kerpel. Cuenta con nueve canciones, varios músicos invitados y un diseño artístico novedoso, que rompe con la tradición casi minimalista de los discos anteriores. Hace algunos meses, en medio de la gira promocional y por cuestiones de “incompatibilidad artística”, según sus propias declaraciones, Diego López Santana dejó la banda. De esta forma, se incorporaron Germán Parise en guitarra y Alejandro Crimi en bajo. A pesar de los inconvenientes, Cuentos Borgeanos atraviesa su mejor momento al ser una de las bandas con mayor crecimiento en los últimos años.

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- Después de cuatro discos y de más de diez años de tocar juntos, ¿cómo fue la grabación de Postales? ¿Cambió en algo haberse separado en el medio?

Lucas: No cambió nada, porque nos conocemos y ya sabemos cómo responder a lo que el otro toca. También nos sirvió la experiencia de haber grabado muchos discos antes, y lo tomamos mucho más relajados. Llegamos sabiendo cómo queríamos que sonara, y creo que fue el disco más trabajado, pero no el más difícil. Cuando fluye, fluye. Y acá fluyó como un río. Hoy por hoy es el que más me gusta. Antes te hubiera dicho Misantropía.

- ¿Y cómo es el proceso de composición? ¿Cómo surgen las canciones y, posteriormente, los nombres? Porque el nombre de la banda, como de los discos y las canciones conforman una especie de narración.

Abril: ¡Salen mágicamente! ¡Psicomágicamente! (risas) Depende de las cosas que nos pasan en el momento. Nosotros escribimos desde nosotros mismos, desde un espacio muy personal. Generalmente lo hago yo, pero me cuesta mucho. Es como el lugar que ocupa la voz, se da así. Yo tampoco me meto en la bata o en las violas. Cada uno respeta su lugar y nos divierte. Igual, muchos de los temas de Postales los hizo Lucas con la guitarra. Para mí “Animales”, el segundo corte, es la mejor canción que hicimos. Es el resultado de diez años de trabajo, hay una mejor calidad en todo sentido.

L: No hay una fórmula, salen. A veces componemos a partir de la idea de alguien, pero la letra queda para lo último. Primero hacemos la música. ¡Si es difícil ponerle nombre a un disco, imaginate a una banda! Igual, yo creo que Cuentos Borgeanos nos representa un montón: tiene un contenido, es original y refleja lo que tratamos de decir y lo que hacemos en la vida.

- Hay un aire renovado en Postales, una especie de evolución desde aquel Fantasmas de lo nuevo independiente. ¿Cuáles creen que son sus influencias? ¿Qué los llevó a probar nuevos sonidos?

A: Hay una influencia muy directa de Gustavo Cerati, que era como un Borges de la música. A medida que pasa el tiempo, incluso después de su muerte, te das cuenta de que era un tipo con una personalidad y un talento tremendos. Si hay una banda que tiene que ver con nuestra adolescencia, es Soda Stereo. Solemos tocar “Deja Vu” como una especie de homenaje y agradecimiento, por su partida reciente. Dedicarle una canción es la única manera de que esté presente.

L: Aparte en nuestra época era el auge de Soda, así que siempre hicimos temas suyos. Antes cuando tocábamos y teníamos que rellenar, como no teníamos tantos discos, hacíamos tres o cuatro covers por show. Hicimos también de Los abuelos de la nada, pero Soda Stereo es el punto en común que tenemos todos.

- Y además de presentar los temas de Postales, ¿qué canciones disfrutan más de tocar en vivo? ¿Les gusta improvisar o decidir sobre la marcha?

L: A mí me gustan todas, pero del lado del sentimiento de la canción y lo que me genera por dentro, no si la toco más o menos. Depende del show, del lugar. Por ahora tocamos Postales y después vamos rellenando.

A: Tal vez para un show menos preparado podemos improvisar, pero en lugares más grandes no hay lugar. No podemos porque lo ensayamos muchísimo. Hay canciones como Eternidad, Felicidades o Frío que sonaron mucho y están en el inconsciente de la gente. Me hizo confirmar que somos una banda conocida (risas).

- ¿Cómo es el día después de un show? ¿Cómo vuelven a la normalidad después de tanta energía?

A: ¡Te levantás al otro día y la vida es re chata! Te tenés que reencontrar mientras te tomás una taza de café y no sabés qué hacer. Es como una borrachera que te hace recordar todo el tiempo.

L: A mí me gusta revivirlo buscando los videos, porque la gente los sube enseguida a Internet. Eso está buenísimo.

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El grupo, durante la charla.

- Con tanta repercusión, ¿se escucharon recientemente en algún lado que los haya sorprendido?

L: Hace poco me comentaron que habíamos sonado en Tu cara me suena (risas). Me divirtió mucho.

A: Alejandro Rozitchner, que es un filósofo argentino, cuando salió Psicomágico hizo un comentario a favor y me sorprendió que un tipo de esa raíz hablara bien de nuestra música. Alejandro Dolina también citó positivamente a Cuentos. Incluso una vez ensayamos con Cerati y le gustó la banda. También nos pasó que el Sí! de Clarín organizó un encuentro con María Kodama y, aunque ella no estaba enterada de lo que hacíamos, le encantó. Además nos dio la aprobación de Borges, sin ningún sentido (risas), aunque calculo que al viejo también le hubiese gustado. Esas cosas son más gratas que, quizás, sonar en algún lugar.

- Yendo un poco más allá de lo que se ve públicamente, ¿cómo manejan su vida personal con Cuentos Borgeanos? ¿Sus familias van a verlos?

A: Sí, vienen siempre a los shows, porque Cuentos es, en sí, una familia. Es una belleza. Si vos convivís con una música sana, el amor se transmite, te llega. Es una manera muy sensible, agradable y expresiva de descubrir el mundo. Es algo que está ahí. Igual, empezaron a venir más cuando nos empezó a ir bien. Los padres tienen esa cosa de que te rompen las bolas, pero después cuando salís en las revistas dicen: “Mirá a mi hijo”.

- ¿Y qué es Cuentos Borgeanos en su vida? ¿Dirían que los define como personas?

L: Mi vida es mi vida musical. A medida que pasan los discos también crezco. Lo que hago yo, también habla por la banda. Una de las cosas que sentí cuando nos separamos fue que, aunque no estaba en Cuentos, seguía siendo mi lugar. Más allá de que nos puteábamos como toda familia, volver a juntarnos fue como volver a casa, donde corresponde. En principio, diríamos que se me cumplió el sueño… Lo que pasa es que después el sueño es cada vez más grande.

A: Como dice Lucas, nosotros vamos creciendo a través de los discos. Muchas veces agarrás una letra o un disco y decís: “Esto pasó, fueron vivencias reales”. No escribís sobre algo ficticio o sobre terceros. No es que a la mañana vengo de una forma y a la tarde estoy con Cuentos. No puedo separarlo, porque es algo muy abarcativo, es intrínseco a la vida. Mi vida es Cuentos Borgeanos, como para vos respirar. Es algo que tiene que ver con el mismo flujo.

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Cuentos Borgeanos, un sinónimo de vida para muchos. (Twitter)

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Es estudiante de la Licenciatura en Comunicación desde hace varios años y le queda poco para recibirse. Su materia favorita fue el Taller de Escritura porque le otorgó libertad a su lapicera y a sus ideas. Suele estar callada, pero sonríe con convicción. Lo más importante para ella es escribir. Entrevistar a Cuentos Borgeanos fue la declaración de amor oficial a la carrera y a la música.

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Por un golpe de suerte está en la UNGS desde el 2010 contra viento y marea. Empleado de varios mundos y tiempos, se desempeñó como cadete en Bonafide y trabajador social en una ONG. Sus pasiones son las motos, el glorioso River Plate, El Flaco y el jazz;además de indagar en universos paralelos y curiosear en nuevas músicas. Destaca el café, la lluvia, la pesca, las fiestas y los realitys de sobrevivientes en las islas desiertas. Esto último asegura, nunca estaría dispuesto a hacer.