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La denuncia como única arma

Incisiva, rupturista, expuso la gravedad de una realidad oculta. El primer libro de Rodolfo Walsh, Operación Masacre, se erige, a más de 60 años de su publicación, como un emblema del periodismo comprometido.

“Pinta tu aldea y pintarás el mundo” dijo el novelista ruso León Tolstoi alguna vez, y es una frase que tiene que ver más con la literatura que con la pintura. En realidad, refiere a la capacidad de crear una imagen descriptiva de amplio alcance, a partir de la construcción de un hecho reducido y particular. Quizás haya sido ésta la idea que inspiró a Rodolfo Walsh para escribir Operación Masacre. La originalidad con la que está escrita permite la visión de un vasto panorama político y social. Por un lado, da cuenta de los términos en los cuales se planteaba la política a nivel nacional, el modus operandi de la Justicia, los abusos de las fuerzas armadas y la resistencia militante. Por otro lado, pinta la imagen de la época, los lazos de solidaridad entre pares y los modos de socialización a través de reuniones casuales e informales.

La obra, que combina la crónica policial con la novela, se anticipa al género literario conocido como no ficción, ocasionalmente también llamado Nuevo Periodismo americano, que saltaría a la popularidad en Estados Unidos 9 años más tarde de la mano de Truman Capote.

El texto va más allá de la crónica novelada, es la reconstrucción de los hechos por parte de un escritor. Rodolfo Walsh oficia de narrador desde una perspectiva trascendental, la objetivación participante. Su punto de partida es el descubrimiento de un hecho que le parece asombroso, increíble e indignante, y es la posibilidad de que se haya perpetrado un caso de terrorismo de Estado. No es la curiosidad lo que lo incita a adentrarse en la investigación, sino un compromiso con la verdad. De esta manera, recorre un espinel que le permite confirmar sus peores sospechas, y develar lo que posteriormente se conocerá como los fusilamientos de José León Suárez.  

Es que Operación Masacre narra los acontecimientos sucedidos la noche del 9 de junio de 1956 en la localidad de Florida, Buenos Aires, cuando, a la vez, se producía un alzamiento llevado a cabo por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco en contra del gobierno de facto presidido por Pedro Aramburu. En una casa de la mencionada localidad, se encontraban reunidas doce personas que escuchaban una pelea de boxeo transmitida por radio. Súbitamente, fueron sorprendidos por las fuerzas militares, y todos ellos fueron detenidos arbitrariamente, acusados erróneamente de formar parte del contragolpe militar. Luego se procedió a fusilarlos en el basural de José León Suárez, decisión supuestamente fundada en la ley marcial declarada a posteriori. De todos los civiles detenidos, siete sobrevivieron a la balacera, y fueron ellos mismos quienes aportaron fragmentos faltantes de su historia para la reconstrucción de la verdad.

Esta obra de no ficción está dividida en función de la disposición de los datos. En primer lugar, el prólogo nos introduce en el conflicto y en cómo comienza la investigación. Luego, en la primera parte el texto presenta a las víctimas, y da un panorama de la vida de cada uno. La segunda parte del libro presenta los hechos en su momento álgido, desde la detención hasta los momentos posteriores al fusilamiento. La tercera parte acerca la evidencia con la cual fueron reconstruidos los hechos y, finalmente, da cuenta de la resolución legal. 

Hasta el más mínimo detalle está cuidado, no hay nada librado al azar. Los datos son testimonios obtenidos de primera mano (a través de entrevistas llevadas a cabo por el escritor), los telegramas, cartas y expedientes son documentos oficiales, y el hecho en sí mismo es la reconstrucción de una injusticia disfrazada de legalidad por un gobierno ilegítimo. Es así que, más allá reflejar un momento histórico, también cumple una función premonitoria, es una denuncia sobre las injusticias cometidas por las fuerzas armadas que, a partir de entonces, evolucionaron paulatinamente. De esta manera, el terrorismo de estado se replicó a nivel nacional durante los siguientes 20 años. Los gobiernos fácticos fueron exponentes de las más terribles vejaciones contra los derechos humanos, a la vez que condicionaron los breves gobiernos democráticos de las décadas del 60 y del 70. El súmmum de este horror se mostró, finalmente, durante la dictadura cívico-militar de 1976.

A lo largo de este período, Rodolfo Walsh se inclinó a la militancia política activa. Comenzó por unirse a Prensa Latina, y fue aquí que ayudó a desbaratar los planes de la CIA para invadir Cuba. Gracias a la decodificación de cables confidenciales, Walsh descubrió que Estados Unidos planeaba un golpe contra la incipiente Revolución cubana. En 1969 publicó ¿Quién mató a Rosendo? y cuatro años después publicó El caso Satanowsky. Ambos libros retoman la impronta de Operación Masacre, pero en estos casos se enfocaron en los vicios del sindicalismo argentino y en la corrupción de la autodenominada Revolución Libertadora, respectivamente. Más allá de la investigación periodística, En 1973 comenzó a militar en Montoneros, en donde contribuyó en la lucha del peronismo militante, a pesar de tener notables diferencias para con el rumbo de la organización. Ya durante la última dictadura cívico-militar, crearía la Agencia de Noticias Clandestinas, como modo de resistencia y de difusión de ideas frente a la censura sistemática.  

Al escribir Operación Masacre, Walsh creó mucho más que un buen libro. Plasmó en papel un compromiso periodístico y político que lo acompañaría por el resto de sus obras. Con esa misma impronta, Walsh, escribió “Carta abierta a la Junta Militar”, y dejó asentada la máxima expresión de denuncia escrita contra la dictadura. Con esta última carta, cerró para siempre su destino y quedó inmortalizado como un ícono del periodismo argentino.


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Licenciado en Comunicación, egresado de la UNGS. Conocido por su altura bastante particular y su humor cínico. En sus ratos libres disfruta de escalar palestras o tomar mate en el corredor de Muñiz, con la compañía de un buen libro o una conversación interesante. Se destaca en el diseño y las producciones audiovisuales, aunque a veces también encuentra el camino a través de la escritura. Maneja el inglés con fluidez y tiene una risa contagiosa. Siempre anda con una libreta en el bolsillo, no vaya a ser que un pensamiento se le pase de largo.