la casa de los conejos

Niñez en clandestinidad

La casa de los conejos, de Laura Alcoba.

A partir de un ejercicio de memoria, Laura Alcoba logra, en La casa de los conejos, recuperar parte de la historia de la última dictadura argentina desde el enfoque de una niña y sus vivencias en la clandestinidad.

“Todo comenzó”: así, como si fuera un cuento, inicia el primer capítulo que escribe Laura Alcoba en su libro La casa de los conejos, y se transporta a la ciudad de La Plata en el año 1975. En ese lugar y en ese tiempo transcurrieron los hechos relatados en el libro, que son reflejo de la vida en clandestinidad y del terror que habitaría luego en el país bajo la última dictadura militar.

A partir de la reconstrucción de las memorias de su niñez, la niña-narradora describe las distintas situaciones que sortea con tan solo siete años de edad, en una infancia que transcurre de manera clandestina al igual que las vidas de su padre y su madre, militantes de la organización Montoneros. Es así como la niña Laura aprende a volver sobre sus pasos para verificar inocentemente si los persiguen, a reconocer los autos de vigilancia de las fuerzas paramilitares, a esconderse bajo frazadas y a reconocer a diversas figuras políticas hasta volverlas crucigrama; incluso, aprenderá a olvidar su apellido hasta convertirse en la hija del señor y la señora Nadadenada.

Gran parte de la historia se enfoca en sus vivencias dentro de “la casa de los conejos”, lugar con fachada de criadero de esos animales, pero que escondía tras un paredón la imprenta más importante donde se imprimía la revista Evita Montonera, material de prensa de la organización, y en el que vivían varios militantes del espacio. En el transcurso del tiempo novelesco, se logra ver el aumento del terror de quienes vivían en la clandestinidad frente al golpe de Estado cívico-militar, y cuáles fueron las estrategias que se fueron dando para su supervivencia y las de sus familias. La mayoría de ellos se movían bajo seudónimos y con documentación falsa. Cacho y Diana son parte de esa situación, y acompañarán a Laura y su madre, mientras el padre de la niña se encuentra ya preso.

Recién en 2008, luego de treinta años de exilio, estas memorias son recopiladas y contadas en su novela de tinte autobiográfico. La mayor intensidad del relato la da la mirada infantil de la autora sobre los hechos, no solo las vivencias de miedo o incertidumbre se dejan vislumbrar, sino la inocencia frente a la exigencia del entorno de un comportamiento con mayor compromiso como la de cualquier militante orgánico adulto, pero en el papel de una niña de siete años. A pesar de ciertas características autobiográficas, lo ficcional del relato logra una narración que pareciera alejada de lo ideológico o moral, dejando lo relatado a libre interpretación o valoración de quien está frente a la novela.

La casa que es reconocida como “la casa de los conejos” es hoy un espacio físico que rememora esas historias de militancia y persecución política durante la dictadura. El libro de Alcoba es también un espacio de recuperación de la memoria desde un encuadre diferente al que se acostumbra a relatar la historia durante ese período, contada principalmente por adultos hombres militantes; es por eso que la misma autora considera que la potencialidad de su obra está en esa mirada infantil. Pero la autora no utiliza el libro específicamente como espacio de memoria, sino que le confiesa a Diana a través del mismo, que no es tanto para recordar, sino para ver si consigue olvidar un poco.

La casa de los conejos

La casa de los conejos. La casa se encuentra en la calle 30, es la N° 1134, entre 55 y 56.

Laura Alcoba, a cuatro décadas de su exilio, continúa residiendo en Francia y es docente en la Universidad de París. La casa de los conejos fue originalmente redactada en francés y traducida luego al español, y aunque los hechos que narra son propios de la historia argentina, logró un gran éxito en Europa. En parte es este enfoque desde la mirada infantil que deja a la libre interpretación y valoración, pero también es la autora quien intenta que el relato se pueda expandir hacia otras miradas que no necesariamente han vivido la dictadura cívico-militar en sí o el exilio, pero que han pasado por experiencias que pueden ser relacionadas y para las cuales la novela pone en marcha otras memorias.

La casa de los conejos es la primera obra de la autora, de lo que podría considerarse una trilogía en los relatos de su niñez en Argentina y su exilio posterior en Francia. El segundo libro que continúa con sus memorias es El azul de las abejas (2015), donde el exilio y la relación con su padre a través de cartas se vuelven protagonistas; y el tercero es La danza de las arañas, con la entrada en la adolescencia de Laura. En estos libros, la autora no solo recupera su historia a partir de memorias, sino que logra recuperar un testimonio que es parte de la historia argentina y que representa a muchos y muchas de los que vivieron la clandestinidad y el desarraigo del exilio.


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