Eduardo Dvorkin: “Barañao va a ser un buen gestor de las políticas de Macri”
Por Rodrigo Salmoiraghi y Cristopher Michelangelo.
El doctor en Ingeniería, especialista en simulación computacional, dialogó con De Lirios y Hurones sobre los logros en Ciencia y Tecnología en los últimos años y acerca de las deficiencias que se asoman de esta cartera con el nuevo gobierno.
-¿Creés que el Estado es el único impulsor de la Ciencia y Tecnología?
El estado tiene el rol fundamental de empujar el desarrollo del rol científico y tecnológico en el país. Argentina necesita complejizar su matriz productiva, es decir, necesitamos aumentar el nivel tecnológico y el valor agregado de la producción del país: estamos importando productos más complejos que los que exportamos. Hoy, un coche ensamblado en Argentina tiene un 85% de sus partes importadas. Además, las empresas se dedican a sacar los dólares del país hacia paraísos fiscales, en donde el impuesto a las ganancias es menor. De forma que el negocio les queda a ellos, y al país no.
-De esta forma para avanzar el Estado tiene que “apostar” al desarrollo.
Sí, el Estado, por un lado, tiene que correr riesgos: la alta tecnología está relacionada con el peligro, nadie puede asegurar que empieza un proceso que va a ser exitoso al final. Siempre hay un riesgo. Durante los 12 años de Kirchnerismo, la experiencia apuntó en ese sentido. Por ejemplo: ARSAT. Si lo vemos de la obtención de una ganancia rápida, lo más fácil era alquilar un satélite extranjero. En cambio, INVAP (empresa del Estado) se apoyó en un conjunto de Pymes de base tecnológica. Segundo ejemplo exitoso: la producción para la defensa, en la fábrica de aviones en Córdoba. Tercer ejemplo: la producción de los radares. Néstor Kirchner encarga la tarea de diseñar, desarrollar y fabricar los radares para los aeropuertos a INVAP. ¡El coraje que hay que tener para eso! Imaginemos si se daba el escenario que se produce, por casualidad un accidente aéreo: todos iban a cargar las tintas sobre la industria nacional.
El ingeniero recibió el reconocimiento por su labor en proyectos estatales. (Twitter)
¿Por qué resalta en que con el modelo agroexportador no puede avanzar la ciencia?
- La ciencia puede avanzar, lo que no puede progresar es la tecnología. El modelo de las commodities agropecuarias es inviable para el país solo. No digo que dejemos de exportar soja, pero es un sistema de país para un tercio de la población que tenemos. No podemos mantener 44 millones de habitantes exportando soja. Además, el proceso tecnológico se le compra a Monsanto y toda la exportación de soja está en manos de 5 ó 6 cerealeras. Allí también se da una triangulación: la cerealera nacional le vende los cereales a una filial paraguaya, que retiene menos impuestos, que finalmente termina recibiendo más dinero en una futura exportación hacia China a mayor precio.
-¿Cuáles creés que pudieron haber sido las deficiencias del gobierno kirchnerista en Ciencia y Tecnología?
- Las deficiencias que encontró y no pudo remontar el gobierno kirchnerista en Ciencia y Tecnología pueden ser dos. La primera es la gran traba: en Argentina nos es fácil tener pesos, pero no retener dólares. Argentina se quedó sin ellos. Esto se podría haber evitado con un control estricto de parte del gobierno de todo lo que es el comercio internacional, desde el comercio de soja hasta los industriales. Para desarrollar ciencia y tecnología se necesitan dólares, y con esto, que el Estado controle el comercio internacional. La segunda es que, en el período kirchnerista, el Ministerio de Ciencia y Tecnología se hacía cargo de la parte científica y los temas tecnológicos dependían de dos o tres ministerios. Si bien se invirtió mucho dinero en infraestructura y los investigadores aumentaron sus salarios, faltaba una coordinación sobre los ministerios.
ARSAT, una de las mayores políticas científicas de los últimos tiempos. (Twitter)
- Estuviste a cargo de la computadora TUPAC y formaste el centro de investigadores que trabajaban en el tema, ¿por qué decidiste abandonar el proyecto?
- Me pareció que no valía la pena que yo me dedicase a apoyar una gestión que tengo la seguridad que no va a ser exitosa. Estoy seguro que el actual gobierno no tiene una visión de apoyo al desarrollo científico tecnológico. Hay una frase que dijo el otro día alguien en un acto. El gobierno kirchnerista no es que apoyaba a la ciencia, sino que se apoyaba en la ciencia. Me pareció que no valía la pena que yo me dedicase a apoyar una gestión que tengo la seguridad que no va a ser exitosa.
- Si se tiene en cuenta que el ministro de Ciencia y Tecnología sigue siendo Lino Barañao ¿por qué su continuidad no puede marcar la prolongación de las políticas públicas?
- Yo creo que Barañao es un buen gestor y lo va a ser, lamentablemente, con las políticas de Mauricio Macri. En las grandes empresas los gestores no son los que fijan las políticas, sino que son los que las desarrollan prolijamente, escrupulosamente.
- ¿Teme que existan en estos años una fuga de cerebros?
- Sí. De hecho ya se está dando. No porque haya una cantidad de gente que se apila en Ezeiza tratando de irse, sino que está volviendo menos gente. Cuando se conozcan los números del Plan Raíces, que era el plan por el que retornaban los investigadores al país, se va a ver que la cantidad de gente que está retornando al país es mucho menor que la de los periodos anteriores.
-¿Qué es el Plan Raíces?
- El Plan Raíces es la interacción con los investigadores argentinos radicados en el exterior ya sea para su vuelta o para dar apoyo a lo que se está haciendo en la Argentina. Volvían en general los investigadores más jóvenes, un investigador mayor, radicado en el exterior, que tiene hijos, que ya tiene su laboratorio, es muy difícil que meta todo en una valija y se vuelva. .
-Por último, ¿usted dice que el gobierno trabaja para las corporaciones por dejarle todo el trabajo y el desarrollo o porque efectivamente hay un contacto entre ellos?
- Macri lo dijo muchas veces, que en la economía hay que bajar el costo laboral para que el país crezca y después, en un eventual derrame, la gente empezaría a mejorar sus condiciones de vida. El tema es que el derrame no existe ni acá ni en ningún lado. Que los mercados desarrollen el país para que después el derrame beneficie a la gente de menos recursos, y hablando en un plano teórico de que todos somos buena gente, no hay prueba de que exista. Por otro lado, ¿somos todos buena gente? Muchos de los ministros, y el mismo presidente, vienen de corporaciones. Es decir, hasta ayer fueron CEO de Shell, director de farmacity, CEO de las empresas de Grupo Macri, y ahora pasaron al gobierno. Hay un claro conflicto de intereses en esa historia. No es creíble que una persona que hasta ayer estuvo trabajando para el desarrollo de Shell, sólo por asumir a un ministerio, no tenga que ver con su antigua empresa. ¿Estamos creyendo que esa gente de repente tuvo un ataque de patriotismo agudo y sacrificó su estándar de vida? ¿ o están jugando a dos puntas? A mi me resulta difícil creer. No hay nada malo de trabajar en una empresa, aclaremos los tantos, lo que es muy malo es tener un conflicto de intereses.
El ENTREVISTADO
Eduardo Dvorkin nació en 1951 y se recibió en la UBA como Ingeniero Electromecánico en 1974. Luego, obtuvo una beca de la OEA para continuar sus estudios de posgrado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde se doctoró en 1984. Entre 1985 y 2007 trabajó para el Centro de Investigaciones de la empresa Tenaris, del Grupo Techint. En 2007, creó la empresa Sim&Tec junto a otros socios. Además, formó parte de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y participó de varios proyectos del Conicet.
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