Para cambiar el mundo, hay que cambiar la forma de nacer
Desde 2004 rige en Argentina la Ley N° 25.929 de parto humanizado, sin embargo no se aplica y/o no se respeta. Mientras tanto, la cantidad de cesáreas por año va en aumento. Ante esto, las mujeres se convocan a través de las redes sociales para darse contención y compartir experiencias.
“Después se les mueren y lloran”
Fatigada, incómoda por el suero en su brazo, se quedó dormida con su hija en la camilla mientras la amamantaba. Sin un mínimo de humanidad entró una enfermera y a los gritos la increpó: “¡Los bebés en la cama, no! Después se les mueren y lloran”. De este modo, ella entendió que su parto le fue robado.
El dos de agosto de 2011 hubo ocho partos en una conocida clínica ubicada en el partido de San Miguel. Todos estos partos fueron intervenidos con cesárea. Uno de ellos fue el primer embarazo de Cecilia Almeida, que no presentaba ningún tipo de riesgo. Recién cumplía 22 años. A este día tan singular ella lo recuerda con mucho dolor.
Sobre el trato recibido, Cecilia sintió que consideraron su embarazo como si hubiera sido una enfermedad que debían cortar. Si bien tuvo miedo, en ningún momento pensó que iba a ser sometida a una, como aprendió decirle en este último tiempo, “(inne)cesárea”. Dicha intervención le fue informada minutos antes de llevarla al quirófano, luego de haber estado casi todo el día sin recibir ninguna atención.
“Es una nena y ya nació toda cagada”, le dijo el médico a cargo de la cesárea mientras sostenía a su bebé en una mano “como si fuera un paquete de arroz”. Al recordar esto a Cecilia se le quiebra la voz y le brota el llanto. El recuerdo más vívido que tiene del día que debió ser uno de los más hermosos de su vida es el de su bebé llorando en manos de un desconocido sobrecogida por el frío del quirófano. Ante la negativa y su posterior insistencia de la correspondiente higienización de la cicatriz de la reciente cesárea, la cepillaron bruscamente. Habían pasado 48 horas de la intervención.
¿Qué plantea la organización mundial de la salud?
En abril de 2015 realizó una declaración sobre las tasas de cesáreas. En ella se estableció que hasta en un 10%-15% la cesárea reduce la mortalidad materna y neonatal. Del mismo modo, se planteó que tasas por encima de este nivel dejaban de estar asociadas a una reducción de la mortalidad. Esta cifra surgió a raíz de un panel de expertos en salud reproductiva en una reunión organizada por la OMS en 1985 en Fortaleza, Brasil. Recordemos la cifra que manejó la clínica de San Miguel el 2 de agosto de 2011: ocho partos, ocho cesáreas en un día, un 100% de intervención.
En el mismo documento se explica que las cesáreas pueden provocar complicaciones y discapacidades significativas, a veces permanentes o incluso la muerte, especialmente en los lugares que carecen de instalaciones o de capacidad para realizar cirugías de forma segura y para tratar las complicaciones quirúrgicas.
“Todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud, que incluye el derecho a una atención digna y respetuosa en el embarazo y en el parto, y el derecho a no sufrir violencia ni discriminación”, de este modo la OMS recuerda que las mujeres son sujetas de derecho.
Parto respetado
Ahora bien, en Argentina rige desde 2004 la Ley N° 25.929 de parto humanizado, que consta de ocho artículos, uno de los cuales establece que la mujer debe ser informada sobre las distintas intervenciones. Cecilia no recibió ninguna información, incluso hoy supone que le mintieron descaradamente.
Otro artículo estipula que la mujer debe ser tratada con respeto, de modo individual y personalizado. Ninguno de estos tres puntos fueron siquiera contemplados en la clínica. Otro artículo estipula que la mujer debe ser tratada con respeto, de modo individual y personalizado. Ninguno de estos tres puntos fueron siquiera contemplados en la clínica. Del mismo modo, se establece que la mujer debe estar acompañada por una persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y postparto. En este caso, la cesárea impidió que el marido y compañero de Cecilia pudiera acompañarla y presenciar el parto. no le permitieron estar presente en ningún momento de la misma. Hasta aquí solo algunos de los derechos que esta institución médica desconoció violentamente.
Luego de seis años, Cecilia decidió volver a ser madre. Para este embarazo, tras investigar e informarse optó por otra institución, un hospital privado de la zona de Pilar. Una conocida le recomendó unirse un grupo de Facebook llamado Parto respetado humanizado Buenos Aires. En ese grupo, Cecilia encontró contención, información y recomendaciones. Lo integran mujeres gestantes, mujeres que están planificando su embarazo, profesionales, entre otras.
En su búsqueda, Cecilia llegó otro grupo que se llama Parimos. Así que encaró su nuevo embarazo desde otra perspectiva y con muchas más herramientas. Sin embargo, estas intervenciones en la mayoría de los casos injustificadas condicionan la vida y la salud de las mujeres. La lectura es simple: si tuviste una cesárea en tu embarazo y elegís tener otro, seguramente va a ser por cesárea.
Esta nueva experiencia en el hospital fue diametralmente opuesta a la primera. Lamentablemente, la intervención se repitió. No obstante, pudo estar acompañada durante todo el proceso por su marido, los cuidados fueron constantes, respetuosos y personalizados. Algo que la reconforta es saber que su bebé trabajó para nacer, mientras que su primera bebé nació dormida y la despertaron bruscamente al cortarle el cordón umbilical.
Al relatar su experiencia en los grupos virtuales Cecilia recibió un gran apoyo y comprensión. Algo de todo lo que le dijeron y le resuena aún hoy es que “esa cesárea vino a terminar de convertir a una nueva mujer”. Cecilia está convencida de eso y resuelta a acompañar a cuanta mujer pueda para que no sufra lo que ella sufrió.
Tejiendo redes por el parto humanizado
Así se llamó el evento que durante la semana mundial del parto respetado 2018 fue llevado a cabo en mayo por la Red Mundial de Doulas en la Paternal. Se llama “doula” a una persona que asiste emocionalmente todo el proceso del embarazo, parto y posparto, sin que realice ninguna intervención clínica.
Cecilia, ya con su beba en brazos, asistió a ese encuentro. Allí expuso el médico obstetra Beltrán Lares, que enfatizó en la incompetencia de muchos profesionales de la salud para contemplar los aspectos emocionales frente al parto, ya que es una instancia de poder y vulnerabilidad para la mujer.
Además, destacó que los protocolos alrededor del parto son escritos por hombres. En ese sentido, convocó a las doulas a revisar y reescribir esos protocolos. Al reflexionar sobre la formación del personal de la salud, Lares advirtió lo siguiente: “Nos forman para cortar, para utilizar instrumentos, para hacer cirugías. Nos enseñan que eso es lo mejor para la atención del parto”. Incluso, llegó a comparar la mesa de parto con una para hacer asado, debido a la cantidad de instrumental quirúrgico.
Otra de las críticas que sostuvo Lares sobre la formación que reciben los futuros profesionales de la salud fue alrededor de una supuesta intervención exitosa. La seguridad en un parto se da cuando éste es intervenido activamente. Es decir, el éxito se mide en función de la mortalidad: si la madre y el bebé salen vivos de esa intervención, fue un éxito y no llega a las estadísticas negativas. Aquí no interesa cómo se sintieron esas mujeres, si hubo una caricia o si su pareja pudo estar presente.
Nacer en casa
Otro de los expositores que participaron de este evento fue el licenciado en Obstetricia Francisco Saraceno, docente de UBA y activista por los derechos perinatales. La temática que desarrolló fue la del parto planificado en domicilio. Para esto se basó en una encuesta realizada por la organización de la que también forma parte, Fortaleza ´85.
Argentina tiene una estadística de episiotomía, esto es el corte que se realiza en la zona del periné, de un 67% cuando el estándar OMS marca un 10-12%. Este procedimiento se hace sin pensar en el impacto que eso tiene en la sexualidad de la mujer.
Desde su lugar de docente, Saraceno invita a sus estudiantes a revisar su historia de nacimiento: “Si nosotros los parteros vamos a acompañar a una mujer en el momento más importante de su sexualidad, ¿Cómo no vamos a sanar nuestra propia historia de nacimiento?”. En ese sentido, sostuvo que no se hace ciencia, sino costumbres. Es decir, en los libros se explicita cada procedimiento así como cuándo realizarlo, sin embargo la cesárea, el suero, la episiotomía son la regla. Hasta llegó a advertir que se opera a las mujeres por miedo.
Explicó también que una mujer que decide tener un parto planificado en domicilio llegó hasta esa decisión con mucha información y quiere darle el mejor recibimiento a su hijo/a. Ante las duras críticas que suele recibir el parto en casa, Saraceno aclaró que no se reniega de la ciencia, sino que se apoya en ella para garantizar la mayor seguridad y la mejor atención posible de cada familia.
Consideró que el embarazo se sigue pensando como una enfermedad. A la inversa, en el caso del parto domiciliario se parte de la premisa de que el embarazo, el nacimiento y el post-parto son hechos fisiológicos y sanos. Destacó, también, que la mujer es la protagonista y que dar a luz en su casa es la primera decisión que toma para su bebé. Quizás resulta difícil identificar la violencia obstétrica, por eso la explicó así: “Si no informé y la mujer no decidió, estoy ejerciendo violencia obstétrica”.
Finalmente, sentenció que para hablar de parto respetado hay que garantizar al aborto seguro, legal y gratuito. Puede sonar contradictorio para algunas personas, pero tanto él como Cecilia entienden que la maternidad será deseada o no será.
Si bien no tuvo el parto que esperaba, la mujer que sufrió en la clínica sanmiguelina no es la misma que pudo disfrutar, aunque con un sabor agridulce, de su bebé en el hospital de Pilar. Para su tranquilidad, en las últimas semanas de su segundo embarazo, Cecilia se soñó pariendo acompañada por su hija que hoy está pronta a cumplir siete años. Esa fue la sanación para el parto de ambas que la institución les arrebató en 2011.
“Para cambiar el mundo, primero hay que cambiar la forma de nacer”, remarca siempre que tiene oportunidad el obstetra francés Michel Odent. Cecilia y todas estas mujeres que se dan contención, que sienten empatía hasta los huesos, y que practican la sororidad a través de tantos grupos que existen en Facebook entienden esto muy bien. Es hora de que las instituciones lo hagan también.
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