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El otro Walsh, el policial

Rodolfo Walsh, se sabe, tuvo diversidad de oficios. Más reconocido por su militancia y periodismo comprometido, él mismo ha intentado relegar su pasado literario. Aquí se retoman sus primeros trabajos, a partir de Cuento para tahúres y otros relatos policiales.

“Hasta que te das cuenta de que tenés un arma: la máquina de escribir. Según cómo la manejás es un abanico o es una pistola”. Rodolfo Walsh reflexionó durante varios años sobre la relación entre literatura y política, y en los años ‘70 llegó a la conclusión de que si la ficción está desconectada de la acción política, el escritor termina siendo “inocente”, termina compitiendo por “ver quién hace mejor el dibujito”. Esa visión, que Walsh amplía al arte en general, no fue una constante en su vida, sino una construcción fruto de sus investigaciones desde Operación Masacre (1957) en adelante y su cada vez más intensa militancia.

Cuentos para tahures - Tapa de Oscar Díaz

Cuentos para tahures - Tapa de Oscar Díaz

Cuento para tahúres y otros relatos policiales es una colección póstuma editada en 1987 que reúne, en su mayor parte, cuentos publicados en las revistas “Vea y Lea” y “Leoplán” entre 1951 y 1961, años en los que Walsh trabajó de traductor, corrector y asesor para la editorial Hachette. Esta editorial también publicó sus libros Variaciones en Rojo, Antología del cuento extraño y Diez cuentos policiales argentinos, una antología que incluye también a Borges y a Bioy Casares, entre otros.

El libro reúne 15 textos, en su mayoría cuentos policiales ambientados en diversos lugares de Argentina. En esos relatos se pueden respirar las atmósferas identitarias de cada lugar, como un café o las evocaciones a la forma de vida en Santiago del Estero. Los relatos, breves y atrapantes, poseen la estructura de un policial clásico: sucede algún crimen o hecho que altera la normalidad y el protagonista, en general un comisario, resuelve los enigmas que envuelven a cada crimen. Sin embargo, el primer relato, que le da nombre al libro, es una excepción: a diferencia de los demás cuentos, tiene un narrador testigo que relata en primera persona un asesinato en una partida de juego clandestino. Si bien él no ve quién comete el crimen, está presente en la escena y lo deduce con destreza, basándose en su conocimiento del juego, sus reglas y las personalidades de los participantes. Otro cuento que utiliza este tipo de narrador es “El viaje circular”, en donde el protagonista cuenta, sin que medie ninguna habilidad deductiva, la historia de un crimen.

Uno de los cuentos, llamado “Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto)”, está escrito en estrofas de cuatro versos, con un formato de acertijo que lo hace único por el ritmo que genera y la gracia con que los hechos son narrados sin perder el estilo policial:

“El primer portugués era alto y flaco.
El segundo portugués era bajo y gordo.
El tercer portugués era mediano.
El cuarto portugués estaba muerto.”

Esa estructura sólo se rompe al final, en donde Walsh utiliza la prosa para darle lugar a la explicación del comisario, parte esencial del género, y vuelve a utilizar los versos en la última estrofa. Este cuento en particular fue editado en forma de libro infantil por la editorial “Calibroscopio” en el año 2015 con ilustraciones de Inés Calveiro, en el que se complementan el lenguaje escrito y el gráfico de manera muy lograda. Esa es la potencia de los relatos de Walsh: trasciende tiempos y formatos.

Ilustración del cuento “Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto)”, de Inés Calveiro

Ilustración del cuento “Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto)”,
de Inés Calveiro

Otros cuentos, como “Los ojos del traidor” y el ya citado “El viaje circular”, también policiales, poseen un tinte más fantástico y allí el autor se permite una mayor libertad respecto de las reglas del género. El libro cuenta también con cuatro ensayos periodísticos que reflexionan sobre los cuentos policiales, su historia como género y la historia de Sherlock Holmes, el personaje de Arthur Conan Doyle. En uno de los ensayos se ocupó de la literatura policial y fantástica que sostiene, en principio, parecerían opuestos, pero que muchas veces comparten público y hasta autores. En este sentido, Walsh sostiene que “un misterio, un enigma, es un tema tan rico en posibilidades que tanto aclarándolo como dejándolo insoluble se puede escribir con él un cuento o una novela”.

El último ensayo refiere a la participación de un lector del periódico inglés “Public Advertiser”, en donde revelaba información sobre los miembros de la nobleza provocando la ira de los notables. Esta situación provocó numerosas polémicas y una gran cantidad de teorías sobre este autor anónimo de las cuales Walsh se ocupa con divertimento..

La edición de “Puntosur” tiene, además de los escritos de Walsh, una introducción que contextualiza los relatos en relación con otros libros del autor y, hacia el final, un apartado llamado “Ficheros” que le ofrece al lector desprevenido una breve biografía de Walsh y un análisis sobre los textos contenidos en el libro.

Cuentos para tahúres y otros relatos policiales es un libro que permite entender a un autor como Rodolfo Walsh, a veces cristalizado en sus obras de denuncia, como un escritor que más allá del contenido, lograba atrapar, seducir y entretener al lector con una pericia extrema.


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