Magnus, el “Mozart del ajedrez” que se convirtió en héroe nacional
Por Rodrigo Salmoiraghi y Cristopher Michelangelo.La competencia mixta de biatlón –deporte que combina cross country con tiro- en los Juegos Olímpicos invernales de Sochi 2014 fue la despedida del mejor deportista de la historia de Noruega, Ole Einar Bjørndalen. Su entrega, su capacidad atlética, sus épicas victorias en los sprints finales y su asidua presencia en los campeonatos noruegos de biatlón construyeron una leyenda acorde al paladar de su pueblo. El peso de la figura de Bjørndalen obligó a buscar a un sucesor (como símbolo deportivo nacional), que no se encontró ni en el cross country, el biatlón o la combinada nórdica. Finalmente, la búsqueda exigió un cambio de paradigma con respecto a lo que el público noruego estaba acostumbrado. Para su fortuna, el elegido fue el actual campeón del mundo de ajedrez, Magnus Carlsen.
El Oriundo de Lommedalan, a las afueras de Oslo, nació hace 23 años en el seno de la familia de tres hijos que formaron Henrik y Sigrun. A los cinco años, Magnus podía recitar los datos básicos (superficie, capital y habitantes) de todos los países del mundo. Un año más tarde, el niño se sabía las cifras elementales de los 430 condados de su país. Bajo la tutela de Simen Agdestein, prodigio del ajedrez y exfutbolista profesional, Carlsen inició una astronómica carrera. El subcampeonato del mundo fue la frutilla del postre para una exitosa temporada 2002, donde el escandinavo se alzó con la mayoría de los trofeos. Con sólo 14 años la Federación Mundial de Ajedrez (FIDE) le otorgó el título de gran maestro, tras su victoria ante Alexei Shirov, número 10 del ranking mundial.
En poco tiempo, “El Mozart del ajedrez”, como lo apodaron el Washington Post y El País, causaba una revolución en un deporte que no veía semejante trascendencia desde el cierre de la fábrica soviética de ajedrecistas. En esta época, Carlsen firmó un millonario contrato con Microsoft gracias a la devoción de Bill Gates por el escandinavo.
“Magnus es un maximalista”, consideró el seis veces campeón mundial, Garry Kasparov. El ruso, y muchos expertos, sostienen que Carlsen es un inconformista nato, que busca ganar todas sus partidas a cualquier precio. Esta posición es la que coloca al noruego por encima de todos, pero que, de vez en cuando, paga con inesperadas derrotas, como en la Olimpiada de Ajedrez 2014 (en la que Noruega –país anfitrión- quedó décimocuarto) ante el alemán Arkadij Naidistch (44to de ránking) y el croata Ivan Saric (62do). Fiel a su estilo, Magnus no realizó una autocritica y sostuvo: “Se respiraba en el aire que había mucha gente jugando al mismo tiempo y eso me cansó”.
Además, en ese año, el noruego obtuvo su boleto para el certamen clasificatorio al Campeonato Mundial de ajedrez 2012, en el cual el vencedor enfrenta al monarca reinante de esta disciplina, que por entonces era Viswanathan Anand. En ese momento, Magnus decidió bajarse en disconformidad con el sistema de ingreso al torneo de maestros. Como Bobby Fisher en el 75, cuando resignó la corona mundial por el formato de la definición del título o de igual forma que Kasparov al momento de decidir escindirse de la FIDE y formar su propia asociación. El noruego ya tenía peso suficiente para hacerlo sin dañar su imagen, su popularidad o su fama. Carlsen tenía los elementos intangibles para compararse con las grandes leyendas, sólo le faltaba un Campeonato del Mundo para confirmarlo.
Y la confirmación llegaría en Chennai, India: la tierra de Anand, el campeón defensor. Aunque no contó con la aspereza del Fischer-Spassky del 1972 o la rivalidad Kasparov-Karpov en sus cinco duelos mundialistas, la victoria por 6 ½ a 3 ½ marcó el inicio de un reinado que revalidó con las victorias en los mundiales de modalidad Rapid y Blitz en junio, en Dubai.
En octubre del año pasado, el ajedrecista noruego demostró que la velocidad también es parte de su juego y se quedó con el Campeonato Mundial de la FIDE en rápidos, disputado en Berlín. De este modo, se convirtió en el primer campeón mundial en ganar esta competencia.
Por necesidad, hoy el público noruego se acomoda a un ámbito que no tiene antecedentes en su historia deportiva para encontrar a un nuevo ídolo. El joven de 25 años pisófuerte y se encamina a marcar una hegemonía. El próximo paso será la búsqueda de revalidación de su título en el Campeonato Mundial de Ajedrez 2016, a realizarse en Nueva York. Allí, entre el 11 y 30 de noviembre, el vencedor actual se medirá ante Sergey Karjakin, campeón del Torneo de Candidatos en el pasado marzo. Mientras tanto, el pueblo de Carlsen se esperanza y deposita toda su confianza en el mejor relevo que Bjordalen podría tener: un hombre que traza historia, mientras las masas se ilusionan por una nueva victoria de su héroe más reciente.
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